Tiempo fuera / tiempo a solas.
¿Cuántas veces
nos sentimos cansados, agobiados, sobrepasados?
Muchas, seguramente.
¿Cuántas
de esas veces nos tomamos un ratito para recuperarnos?
Pocas o menos de las necesarias.
PARAR implica la aceptación de que no puedo seguir… La sola idea de parar se enreda con una
madeja de creencias, algunas conscientes y otras no, acerca de nuestro poder,
control, lugar, necesidad, valor, etc.
Salirnos de
camino nos invita a preguntarnos acerca
de los esfuerzos innecesarios que hacemos en la vida cotidiana, y
fundamentalmente acerca de los límites. De eso se trata, de aceptar que tenemos
límites.
Pues, ¿que
significa parar? En la respuesta a esta pregunta radica el desafio de encontrarnos
a nosotros mismos, rescatarnos de la ola que nos pasa por encima. Para algunos
es el deporte, para otros la cocina, la música; para TODOS, siempre a la mano,
es la quietud y el silencio. Un ratito a cualquier hora, en cualquier lugar. Un
minuto, cinco, los que podamos vale. El tiempito necesario para recuperar
energía, perspectiva, para volver a nuestro equilibrio, redefinir prioridades,
para discriminar lo urgente de lo importante, para reflexionar sobre el sentido
de lo que hacemos. Lo crean o no, en
cinco minutos podemos recuperar muchas
cosas, la primera es la calma. La
soledad deliberada termina siendo la capacidad de desconectarnos de todas las
distracciones, de la planificación constante.
Primero el silencio, la interrupción del auto-diálogo, la conexión con
las sensaciones de nuestro cuerpo. Después nos escuchamos por un ratito, nos
transformamos en nuestro propio oráculo y confiamos en nuestra sabiduría para
escuchar las respuestas y actuar en consecuencia.
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