jueves, 1 de octubre de 2009

Los padres y la exigencia

En esta edición de Mirar otra vez les ofrecemos distintos artículos y columnas que nos llegaron directa o indirectamente.La sobreexigencia con nuestros hijos y con nosotras mismas es un tema presente y recurrente en muchas familias. Nos pareció interesante poder pensar juntas sobre estas cuestiones.

La sobreprotección está erosionando la solidaridad porque cuanto más
obsesivos nos volvemos con nuestros propios hijos, menos nos interesa el
bienestar de los otros.
Carl Honoré


Cuando los padres han construido todo, a los hijos sólo les queda el derrumbarlo. Karl Krauss



___________________________________________________________________ PADRES PERFECTOS VS. PADRES POSIBLES



Cuando la crianza no se trata de los chicos, sino de nosotros…Como generación de padres queremos hablar con nuestros hijos, razonar con ellos oponiéndonos al modelo “autoritario” de castigos o quita de privilegios.


Queremos tener una comunicación abierta y sincera. Queremos tener mayor cercanía emocional con ellos de la que nuestros padres tuvieron con nosotros. A veces somos sobreprotectores porque nos identificamos demasiado con nuestros hijos.


El riesgo reside en polarizar la crianza en libre vs. rígido, o cualquier otra. Al polarizar las opciones nos vemos obligados a elegir y justamente una de las características de la polarización es el “fundamentalismo” de la postura. Tenemos que dejar de ver los límites y la libertad como aspectos antagónicos y verlos como complementarios. La confusión y el daño provienen de la rigidez de cualquiera de las dos posturas. El deseo de establecer un estrecho vínculo afectivo no debe socavar nuestra capacidad de imponer límites. Límites que los cuidan, los guían y los diferencian. Límites que nos ubican a nosotros como padres y a ellos como hijos, límites que diferencian a un adulto de un niño. A veces podemos sentirnos en falta con nuestros hijos si pensamos que deberíamos darles todo y no podemos.Muchas veces al ser permisivos con nuestros hijos estamos siendo indulgentes con nosotros mismos. Nos damos el "permiso" de no ser responsables de su educación. Otras veces tomamos el rendimiento o comportamiento de nuestros hijos como medida de nuestra eficacia como padres olvidándonos de que son individuos que vienen a este mundo con agenda propia y no a satisfacer nuestras necesidades de brillo, reconocimiento o alguna otra. Como diría Carl Honoré debemos entender que los hijos no son “proyectos” de los padres, en los cuales uno plantea objetivos, metas y estrategias. Al mimarlos y sobreprotegerlos al extremo les quitamos la posibilidad de aprender quizás una de las principales enseñanzas que nos toca transmitir como padres: la de valerse por sí mismos. Ya no les quedan razones para luchar y fortalecerse por sí mismos. No tienen de quién diferenciarse, ni a quién mirar si no nos ofrecemos como un modelo. Ni el mejor, ni el peor, sólo UN modelo.


La autoestima (sentido de la propia valía y bienestar), está ligada a la capacidad del individuo de ejercer control y ser competente, sentido de eficacia personal. La sana autoestima de un niño se basa en el hecho de creer que puede desempeñar tareas importantes él solo. Los padres tenemos el deber de encontrar un punto medio entre estar demasiado pendientes y desentendernos por completo. El sentido de la eficacia personal se ve afectado por nuestra incapacidad para manejar la frustración de nuestros hijos (y también la propia). Uno de los indicadores de la madurez emocional es la capacidad de no dejarse abrumar por los reveses, perseverar a pesar de las dificultades. La única manera en que esto se aprende es que nuestros hijos experimenten el estrés y la frustración, por supuesto muy doloroso para ellos y también para nosotros sus padres. Pero ese es el verdadero desafío.


Mirar otra vez..., con valentía, y esta vez preguntarnos qué nos pasa a nosotros como padres, qué miedos y necesidades nuestras se nos juegan con las escenas que nos traen los hijos.




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ERRAR NO ES UN ERROR




En su columna de todos los domingos en la revista La Nación, “Diálogos del alma”, el psicólogo Sergio Sinay incluyó una excelente reflexión sobre el “error”. Recomendamos la lectura de este artículo y de las columnas de Sinay!



Por Sergio Sinay



Domingo 12 de abril de 2009



Señor Sinay: Una educación equivocada nos enseña a no cometer errores y a no meternos en problemas. El error malo es el que se repite: "El hombre es el animal que choca dos veces con la misma piedra". El error bueno es el nuevo, el que efectivamente nos incentiva a aprender. Por otro lado, imaginemos qué aburrida sería la vida sin problemas. El problema es el motor de la inteligencia y su mejor instrumento es aprender a pensar. Horacio Krell



Efectivamente, como señala nuestro amigo Horacio, hay una creencia, lamentablemente difundida y enraizada, según la cual el error descalifica, las imperfecciones desvalorizan y los resultados deben ser siempre los esperados. En ella se funda la cultura de la exigencia. Y de ahí emanan premisas del tipo "querer es poder", "si no lo lograste es porque no te esforzaste lo suficiente" y otras. La exigencia, que suele verse como un atributo positivo o deseable ("soy exigente con los demás y conmigo"), puede ser, sin embargo, una condición devastadora. Cuando es ella la que nos guía, ponemos el ojo en el resultado como valor supremo. Y el resultado debe ser el exigido. Así, se debilita y esfuma la noción de proceso. Esto es, de la serie de pasos, ciclos y experiencias que llevan a un resultado.El proceso incluye también el error. No hay aprendizaje sin error, lo cual no significa que el error dé lugar forzosamente al aprendizaje. Esto dependerá de las situaciones y de las personas. De aquello que cada uno haga con sus experiencias. Hay quienes, convencidos de que es verdad, insisten y persisten en el error hasta oscurecer completamente su horizonte y su posibilidad de comprensión. Por ese camino, en el plano individual y en el social, se desemboca a menudo en tragedias. Pero hay quienes, con humildad, con capacidad de aceptación y con plasticidad psíquica, abrevan en el error para cambiar, mejorar, trascender, reparar. En definitiva, para aprender. "Nuestros errores contienen una tremenda cantidad de energía y ésta puede ser usada de una manera destructiva o constructiva", apunta Bernard Glassman, abad de la comunidad Zen de Nueva York, en su exquisito libro Cocina zen , en el que trata las semejanzas entre el cocinar y el vivir.En esa misma obra Glassman recuerda cómo aprende un bebé a caminar: intentándolo y cayéndose. Sin embargo, las caídas no lo hacen desistir, sino corregir, fortalecerse, ganar en habilidades. Un bebé que se cae no es un malogrado, descalificado para caminar. Ese mismo bebé no piensa, ante la caída, "es inútil, caminar es imposible, jamás lo lograré". Cuando se acepta el error, y cuando se lo convierte en materia prima del mejoramiento, es posible alcanzar la excelencia. Esta genera armonía y satisfacción por lo conseguido, pues hay conciencia del camino que se debió recorrer y de los avatares de ese tránsito, todo lo que la exigencia desconoce y desmerece al enfatizar el resultado, denostar el error y estimular la meritocracia.En los vínculos o espacios humanos en los que no se admite la existencia del error se crean caldos de cultivo para la angustia, la depresión, la obsesión, la compulsión, la continua autocondena. Al ser parte de la vida, el error será siempre posible. Pero al rechazarlo, no importará lo bien que salgan las cosas. A lo sumo habrá alivio, no satisfacción. Y luego se reanudará el ciclo de la exigencia. La negación del error como posibilidad o como hecho, la idealización del resultado (o de uno mismo) acaban por ser un pilar de lo que la gran psicóloga culturalista Karen Horney (1885-1952) llamó una ambición neurótica. Para Horney (autora, en 1937, de La personalidad neurótica de nuestro tiempo , obra de notable vigencia), cuando caemos en las garras de esta ambición resultadista dejamos de tener relación y contacto con el contenido de lo que hacemos. Si lo importante es no cometer errores, pasan a segundo plano lo que hacemos y para qué lo hacemos, el espíritu depositado en ello, la maravillosa alquimia de la realización, la transformación y el aprendizaje. ¿Cómo vacunarnos, además, contra el error? Se me ocurre una única forma: dejando de hacer, cancelando acciones, proyectos, sueños; dejando, como dice Horacio, de "meternos en problemas". Esto equivale a clausurar una herramienta esencial de nuestra condición humana y de nuestra sorprendente supervivencia como especie: la capacidad de probar, de corregir, de crear, de ensayar, de reflexionar, de arriesgar, de hacernos nuevas preguntas para explorar nuevas respuestas. Afortunadamente, en cada uno de nosotros hay una memoria que nos recuerda cómo aprendimos a caminar.





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PONER LÍMITES: SER “BUENOS PADRES” O “PADRES BUENOS”





Por Lic. María A. Vázquez; Psicopedagoga - Nivel Inicial Colegio San Marcos





Con frecuencia los padres se acercan a mí para compartir sus preocupaciones respecto a la difícil tarea de poner límites a sus hijos: “hace berrinches en cualquier lugar y siento vergüenza, “cuando hace algo mal lo reto y se ríe”, “nos desafía y no nos hace caso”, “le repito las cosas mil veces”, “cuando le digo NO se enoja, desobedece y nos agrede”, “no sabemos más qué hacer, la penitencia no le hace nada.”



Todos estos comentarios nos revelan una gran resistencia de los niños frente a los límites del adulto, que la manifiestan mostrando su fuerza, independencia y rebeldía. Los límites no son fáciles de aceptar, los enoja mucho porque no les permite hacer lo que les da placer, es difícil para ellos entender que lo que se pretende es cuidarlos y contenerlos. Sin embargo debemos tener presente que sin esta limitación real por parte del adulto, los niños se sentirán confundidos, desorientados y hasta huérfanos entre tanta libertad que aún no saben manejar.



Poner un límite “es un acto de amor que los padres les ofrecen a sus hijos, es una acción organizadora de su vida, un trabajo cotidiano que implica mucha paciencia, coherencia y firmeza por parte de los padres para sostener el “NO” sin arrepentirse. ¿Desde cuándo es necesario poner límites? ¿Cómo aplicarlos? La noción de límite en lo niños pequeños se comienza a registrar gracias a ciertas rutinas de los padres que los ayudan a reconocer que determinadas situaciones se producen, se esperan y se repiten: la hora de comer, de dormir, del baño. Estas acciones favorecerán de a poco la noción de tiempo y la capacidad de tolerar la espera. Cuando son pequeños los niños son muy demandantes: piden, exigen y quieren hacer lo que les place sin poder tener registro de las posibles consecuencias de sus actos o conductas. En general, los padres no tienen dudas respecto de los límites frente a situaciones de riesgo de vida de sus hijos (enchufes, cruzar la calle, ingesta de medicamentos) sin embargo, frente a otras situaciones a veces dudan ante el límite.Será necesario tener en cuenta ciertas pautas que les recomiendo poner en práctica, pues los ayudará a no vacilar o fluctuar a la hora de poner límites:





  • Mostrarse seguros y firmes pero con afecto. Un límite firme enseña a un hijo que debe parar con dicho comportamiento. Debe ser aplicado con una voz segura, sin gritos y una seria mirada en el rostro.


  • Exhibir coherencia entre lo que dice papá y mamá. De ser posible los padres no deberían enfrentar sus diferencias en presencia del hijo, sino cuando se encuentran solos.


  • Evitar dobles mensajes, es decir cuando la comunicación surge ambiguamente de la misma persona. Ej: “con mi celular no se juega” y al día siguiente se le permite transgredir la norma.* Explicar el porqué, manifestando la razón en pocas palabras.


  • Desaprobar la conducta, no al niño. La desaprobación estará relacionada al comportamiento y no directamente a ellos. Ej: “no muerdas (desaprobación de la conducta) en vez de “ no seas malo”(desaprobación del niño)


  • Cumplir y sostener lo que se dice. Será necesario que los padres estén convencidos que aquello que exigen es lo mejor para sus hijos.


  • Respetar sus enojos, acompañándolos y otorgándoles tiempo para que se les pase, asegurándoles que lo entienden cuando se enoja pero que a pesar de ello, no van a dejar de decirle NO cuando sea necesario. Lo que uno limita son sus acciones no la posibilidad de sentir rabia o enojo.


  • Mantener la asimetría. Un niño necesita padres y un padre es alguien que marca límites, que dice: Hijo, porque te quiero mucho te digo NO.


  • Ofrecer alternativas posibles que sí puede realizar el niño. Ej: “no puedes pintar con marcadores en la pared, pero sí en esta hoja de papel”


Estimados padres: la herramienta indispensable para poner límites es la autoridad, que se construye sobre la base del amor, la coherencia, el compromiso y la responsabilidad. “Hay que amar mucho a un hijo para asumir la responsabilidad de frustrarlo, de limitarlo”. Para eso se necesita una enorme dedicación y un profundo compromiso. “Nuestras conductas y actitudes como padres serán el modelo y la forma en que comprenderán qué esperamos de ellos. Ellos, por el amor que nos tienen desearán responder a esa expectativa. Así aprenderán, poco a poco, a socializarse, a crecer como personas autónomas, libres, con normas y reglas incorporadas para poder compartir y convivir en la sociedad que les toca vivir”



Bibliografía: Sinay, Sergio. La sociedad de los hijos huérfanos.Rinaldi, Guillermo. Escuchemos al niño.Deskin, Gerard y Stechkler, Greg. Respuestas para todas las preguntas que os hacemos los padres.Barylko, Jaime. El miedo a los hijos.Libenson, Alejandra. Criando hijos, creando personas.


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LA PRESIÓN FAMILIAR TRANSFORMA AL DEPORTE EN DRAMA
Cuando lo único que importa es el resultado, los chicos sienten que el juego ya no los divierte más.
Por Paula Di Crocco
“Hay que pagar 300 pesos de multa de cuando echaron a los padres el partido anterior. ¿Cómo hacemos?”, preguntó el entrenador del club Devoto de Federación Amistad de Fútbol Infantil (FAFI). “El otro día nos expulsaron a los padres por insultar al árbitro. ¡Nos estaba robando! Casi nos agarramos a las trompadas”, relata Eduardo R., papá de Alan, de 13 años.
Las presiones sobre los deportistas jóvenes por parte de sus padres son moneda corriente. No importa si se compite por dinero o por el pancho y la coca: lo único que importa es ganar. “Hoy se juega menos, se disfruta menos y se aprende menos, porque el triunfo, obtenido a cualquier precio, es el único valor sustentable”, explica el psicólogo deportivo Marcelo Roffé.
Cuando a los chicos de Devoto les convirtieron un gol, el entrenador le dio un golpe de puño a la pared y se enojó con uno de los chicos, gritándole: “¿Qué te pasa? ¿Te olvidaste de jugar al fútbol?”.Finalmente, el partido terminó 3-2 a favor de Devoto y, al preguntarle a Alan si le gustaba ir al club, se encogió de hombros y respondió: “Sí, mi papá me trae”.“El problema de los niños somos los adultos”, detalla Roffé. “Además de los padres, hay otros agentes que presionan o influyen en el niño, principalmente los entrenadores, el entorno y los medios de comunicación”, agrega.“Teníamos 12 años y la entrenadora nos pesaba todas las semanas”, recuerda Martina M., ex integrante de la Selección Argentina de Gimnasia Rítmica. “Si subíamos, nos preguntaba: ¿Comiste muchas galletitas el fin de semana? Y nos hacían bajar como fuera”, rememora.“El aumento de las urgencias económicas es directamente proporcional al incremento de las presiones de los padres y el entorno”, expresa Roffé.
Parece que los mayores se olvidaron de lo que es el deporte: “una actividad lúdica, libre, competitiva y voluntaria”.




LECTURAS RECOMENDADAS:



Una paternidad sin antifaz; Por Sergio Sinay



Las carteleras publicitarias de las calles porteñas estuvieron recientemente pobladas por la imagen de un patético enmascarado con capa de pie junto a una computadora y observado por un niño. Una leyenda publicitaria incitaba: “Volvé a tener la admiración de tu hijo”. ¿Cuándo y por qué habría perdido aquel pobre disfrazado la admiración de su hijo? El aviso apuntaba (además de vender computadoras) a reforzar la idea de que, entre padres e hijos, el cariño se compra, el afecto tiene precio y el padre será admirado según lo que regale. El que no consiga un antifaz y una capa y no pueda comprar la computadora, el reproductor de videos digitales, el celular o lo que fuera que garantice la admiración filial, será un padre depreciado. O despreciado.



Seguí leyendo en: http://www.sergiosinay.com/articulos/paternidad/unapaternidadsinantifaz.shtm




Carl Honoré: "Hay que desenchufar los aparatos y decirles a los chicos que salgan a jugar"



DIARIO CLARIN. Artículo resumido. Leer nota completa en: http://www.clarin.com/diario/2009/01/22/um/m-01844054.htm



Referente del movimiento por la lentitud, Honoré dice que su nuevo libro lo hizo un mejor padre.Con Bajo Presión, un libro pensado para rescatar a los niños de las tensiones propias del siglo XXI, este periodista canadiense que saltó a la fama cuando escribió Elogio de la Lentitud traslada su filosofía slow a la relación entre padres e hijos. "La línea entre padres e hijos se ha desdibujado", dice.



Desde su casa en Londres, mitad en inglés y mitad en un español afianzado por los tres años que vivió en Argentina, asegura que después de su último libro es sin duda un mejor padre.



¿Qué cultura construimos para que las disputas del mundo adulto incluyan a nuestros hijos en el menú?Hemos creado una embrutecedora cultura del perfeccionismo. Esperamos que todo sea perfecto - nuestros dientes, nuestros cuerpos, nuestras vacaciones-. Y queremos hijos perfectos para redondear el retrato. El problema es que no hay tal cosa y esa búsqueda se está volviendo contra nosotros. Voltaire dijo: "Lo perfecto es enemigo de lo bueno".Desde "mi hijo el doctor", siempre hubo proyectos para los hijos, ¿qué hay ahora?Es cierto que los padres siempre han tenido el orgullo de los logros de sus hijos. Pero hoy, este instinto ha caído en la caricatura. Muchos pegan carteles en sus autos con lemas como "Mi hijo es un estudiante de honor en la Escuela X". Una reciente caricatura del New Yorker bromeó sobre la tendencia de tratar a nuestros hijos como un proyecto vanidoso: Una joven pareja se encuentra con orgullo al lado de la cuna de su bebé recién nacido. La madre suspira: "Ay, mirá, es un abogado". En estos días se nos habla incluso de nuestros hijos en la tercera persona del plural: "Tenemos muchas tareas. Jugamos al fútbol el domingo. Estamos aplicando a Harvard". La línea entre padres e hijos se ha desdibujado.Niños precoces y adolescentes eternos, la maduración de las nuevas generaciones sufre a dos puntas.



¿Cómo se explica?Parece una paradoja, pero las dos cosas están relacionadas. Por un lado, estamos acelerando el desarrollo de nuestros niños: académicamente, exponiéndolos a los medios de comunicación adultos; viéndolos como consumidores; cargándolos con rutinas innecesarias. Pero, por otro lado, los infantilizamos. No los dejamos salir por sí solos hasta que son mucho mayores que nunca; nos afligimos por cada cosa que les pasa y nunca les decimos NO. Esto explica la precocidad de los niños pequeños y la inmadurez de los niños que nunca crecen: dos caras de la misma moneda. Los dos fenómenos proceden de nuestro instinto de hacer lo mejor para nuestros hijos. Ese instinto, en la última generación, se ha convertido en una caricatura de sí mismo.



¿Comparte la visión de que las nuevas generaciones son multitarea, que pueden chatear, ver tele, y hacer los deberes al mismo tiempo?Ese es un mito. Es cierto que hacen malabarismo pero, ¿ha experimentado una revolución la evolución del cerebro humano? No. Las últimas investigaciones muestran que el cerebro humano, y eso incluye a los cerebros de los niños criados en la era de la información, no reacciona bien frente a la multitarea. La conclusión es que gran parte de lo que pasa por "multitarea" es otra cosa: es una acción secuencial. Cuando su hijo tiene cinco ventanas abiertas en la pantalla de su computadora y está mandando mensajes en su teléfono celular mientras ve televisión, lo que hace realmente es dedicarse a una tarea unos pocos segundos, parar, cambiar a otra, parar un poco y así sucesivamente. Y esta alternancia redunda en un uso muy ineficiente del tiempo y de la energía del cerebro. Cuando la gente va y viene entre tareas comete más errores y a veces emplea el doble de tiempo que si hubiera realizado cada una de las tareas de principio a fin antes de pasar a la siguiente. Esto puede explicar por qué a su hijo le lleva dos horas en lugar de una terminar un ensayo sobre historia.Esta es la generación más conectada, más vigilada y más consentida de la historia,



¿Qué podemos esperar de ello?Los niños de hoy cuentan con una gran cantidad de conocimientos tecnológicos útiles y mucho del pánico acerca de cómo los niños están creciendo es justamente eso: pánico. Pero hay algunas señales muy preocupantes. Ya estamos viendo el aumento de los problemas de salud mental, especialmente en las clases medias, donde la cultura de la competencia y la perfección es más pronunciada. Y hay otro problema. Los padres quieren ayudar a sus hijos en todo. El cordón umbilical se mantiene intacto incluso después de la graduación. ¡Hay padres acompañan a sus hijos a las entrevistas de trabajo para ayudarlos a negociar los sueldos y paquetes de vacaciones!



¿Cambió tanto el mundo para que los chicos de hoy lleven gps en pro de la seguridad? En absoluto. El mundo ha cambiado de manera extraordinaria en la última generación pero no de manera que la crianza de los hijos justifique que los niños sean empujados, pulidos y protegidos con celo sobrehumano. Es todo un desafío. Como padre de dos hijos, sé lo difícil que es enfrentar el status quo y lo fácil que es entrar en pánico y seguir a la manada. Esta generación de padres ha perdido su confianza. Escribí Bajo presión para recuperar mi confianza y ayudar a otros a hacer lo mismo.



¿Cuál debería ser nuestro modelo de padres?Ser madre o padre es un viaje; es el descubrimiento, por ensayo y error, de qué tipo de padres somos o queremos ser. No se trata de empezar con una idea fija del padre perfecto y hacer todo lo que esté a la altura de ese ideal. Aun así, creo que hay algunos rasgos generales a los que todos podemos aspirar pero al mismo tiempo tenemos que asegurarnos de que tengan tiempo, espacio y libertad para explorar el mundo en sus propios términos.



¿Qué es lo que más le preocupa? La tendencia a ser súper padres. Incluso cuando advertimos que las cosas van mal, encontramos muy difícil decir no al status quo y elegir otro camino. La crianza de los hijos es siempre difícil, pero no tiene nada que ver con un deporte de alta competencia o el desarrollo de productos. Ahora, una cosa específica sobre la infancia que me preocupa mucho es el número de horas que los niños están pasando por delante de las pantallas. ¿Qué nos puede salvar de todo esto? Es una simple cosa llamada "botón de apagado". Hay que desenchufar los aparatos y decirle a los chicos que salgan a jugar.




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¿CÓMO NUTRIMOS A NUESTROS HIJOS?





La nutrición materna abarca desde la alimentación propiamente dicha hasta la forma de percibir el mundo. En este artículo que nos acercan, con motivo del día de la madre, las licenciadas María José Radivoy y Marina Manzione se nos invita a revalorizar nuestro rol de madres y asumir la responsabilidad de nutrir a nuestros hijos en el sentido amplio de la palabra. Gracias por escribirnos!





¿Por qué es tan rica la sopa de mamá? Los primeros sabores nos marcan para toda la vida, dejan una impronta imborrable, la sopa de mamá es una de ellas.La sopa de mamá tiene ingredientes variados, paciencia, entrega, amor, renunciamiento, alegría, cansancio, juego, intuición… en fin cada madre tiene una receta única, llena de secretos, de herencia, de tradición, de ritos, de lenguaje de género, porque ser mamá es sacar para afuera nuestro lado femenino. Podría decir que ser mamá es cosa de mujeres pero eso sería injusto para aquéllos hombres que forzados por el destino ejercieron una función materna con todos los ingredientes que una mujer podría ponerles… o casi todos.


Volviendo a la sopa, tiene la temperatura justa, sus condimentos propios, en fin…tiene en definitiva todo lo que necesitamos para crecer “sanos y fuertes”. ¿Por qué guardamos tantas sensaciones vinculadas a la sopa de mamá? La sopa de mamá nos remite al primer contacto con ella, la lactancia, la piel, la teta de mamá, lo nutricio, lo que todo cachorro humano indefenso, dependiente, inmaduro necesitó en los comienzos de su existencia valga la redundancia para existir. A través de la sopa de mamá recordamos nuestras sensaciones más primarias, donde se transformaba exitosamente el hambre en satisfacción, el dolor en placer, la soledad en compañía y el desamparo originario en tranquilidad. Donde el olor de mamá nos calmaba, nos hacía pensar que semejante estallido de sensaciones tenía un sentido.


La sopa de mamá… ¿por qué las mujeres cocinamos cada vez menos? Ser madres hoy… Los cambios actuales van transformando la manera en que las mujeres nos brindamos a la función materna.La necesidad de ocupar cada vez más roles que antes estaban destinados a los hombres nos fueron alejando del mundo doméstico. La distribución del tiempo, la aparición de nuevas motivaciones para sentirnos realizadas como mujeres nos llevan a darle a la maternidad un lugar diferente.El embarazo es vivido como una invasión al cuerpo independiente, que se mueve del gimnasio a la oficina para ir después a la peluquería, de la peluquería al supermercado, pasando por el Shopping contestando mensajes y mails mientras maneja o viaja. La vida de la mujer de clase media del 2009 es una vida intensa, seducida constantemente por la información y el consumismo, con una escala de valores móviles, arbitraria, cambiada, confusa. Con una libertad de elección más clara, con un poder en la relación de pareja nuevo y marcado, en fin es en este cuerpo que se fecunda el óvulo y gesta una nueva vida. Por este vértigo cotidiano, la sopa tiene cada vez más un sabor diferente. Las madres de hoy cocinamos poco, muchas veces empezamos a hacerlo “por nuestros hijos”. Preferimos las sopas instantáneas, con sabores nuevos, con extra calcio, zinc, fortificadas con vitamina B2 y B4. Porque la exigencia y el perfeccionismo nos aceleran a metas cada vez más altas e inalcanzables. Nos hemos vuelto sin querer muy masculinas… y la maternidad no habla ese idioma y nuestros hijos menos! Ellos nos quieren cerca, nos quieren bien, realizadas y serenas.


Por eso nos sumamos a la propuesta del blog deseándoles a cada madre que cuando estén preparando la sopa puedan sacar un poco de velocidad, de irritabilidad, de ambición para condimentarla con más paz, serenidad y aceptación. Sólo la intuición y el reconocimiento de nuestro género femenino y no feminista nos pueden guiar en este camino. En este día de la madre va un mensaje para todas las aquéllas mujeres o hombres que son madres o ejercen la función materna, para quienes tienen en sus manos la vida de algún ser humano en desarrollo y crecimiento, para quienes hoy son testigos y acompañantes de la vida de otro, solas o acompañadas, con o sin trabajo, en fin para todas las madres que dedican un ratito de sus días a preparar la sopa! Porque no importa como esté hecha, cuánto tiempo lleve de cocción siempre es más rica la sopa de mamá!



Lic. María José Radivoy / Lic. Marina Manzione



Semillas “Una consultora diferente”. Prevención Primaria en Colegios

Juntas

Somos mujeres que queremos salir de la queja, que queremos intentar mirar los conflictos desde un lugar compasivo y no agresivo, mamás que queremos ver la cara de nuestros hijos en la de todos los chicos involucrados en un problema.En este blog proponemos no quedarnos con la primera impresión de las cosas, proponemos “tener la voluntad de volver a mirar”; porque solo así podemos reflexionar, no aferrarnos a una narración individual y pensar en la responsabilidad que nos toca en cada situación.Aceptamos el conflicto como parte de la vida, sin exigirle al colegio una “puesta en escena de mundo ideal” sino un espacio real de socialización. Queremos darle a los chicos y a nosotras mismas alternativas distintas a la de ser víctima o victimario.Queremos construir, porque sólo así podemos empezar a materializar nuestro deseo de un mundo mejor. Porque somos mujeres que nos damos cuenta de la necesidad de un impulso cuya meta u origen residen aún más allá de nosotrasPorque somos mujeres que creemos que debemos ser parte de una iniciativa global por la paz. Porque creemos que de las madres depende que de este mundo se erradique de una vez y para siempre la violencia como método.

Trabajando por la paz

En esta sección recibimos propuestas e ideas de actividades para encarar juntas y en familia que nos ayuden a reflexionar sobre la paz y la no violencia.

Actividades artísticas, deportivas, debates e intercambios. Intentamos que un espacio de nuestro tiempo recreativo en familia lo volquemos en "trabajar por la paz".

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